martes, 22 de junio de 2010

La Humildad Lleva a la Paz

De Sijot HaRan

El Rebe desplegó una notable santidad en la superación de sus rasgos negativos.

Algo nos contó respecto de cómo subyugó su temperamento nervioso. En un principio tenía un muy mal carácter, encolerizándose ante la menor provocación. Pero aun así, quería ser una buena persona, tal como Dios lo desea.

Comenzó a trabajar con su temperamento hasta que lo superó por completo. Rechazó totalmente la ira, obligándose a actuar de la manera opuesta. En lugar del enojo poseía ahora una absoluta paciencia y tolerancia.

De esa manera el Rebe alcanzó un nivel en el cual nada llegaba a molestarlo. Estaba tan sereno que nada podía perturbarlo. No importa cuánto mal le hiciese una persona, lo llegaba a tolerar sin ninguna clase de odio. Amaba a sus opositores sin guardarles ninguna clase de rencor.

Reconocida era la notable serenidad del Rebe. Había una santa calma a su alrededor y nada en el mundo podía molestarlo o enojarlo. Era absolutamente bueno.

Y llegó a ser digno de ello en la Tierra Santa. El Rebe revela en sus obras8 que sólo en la Tierra Santa es posible adquirir la verdadera serenidad, el extremo opuesto de la cólera. Fue por esa razón que Moshé anhelaba cruzar el Jordán y entrar en la Tierra Prometida. Eso lo aprendemos del versículo (Éxodo 34:8): “Y Moshé se apresuró y se postró a tierra”. Preguntan nuestros Sabios: “¿Qué es lo que vio Moshé?”, y contestan que lo que había visto era una gran paciencia y serenidad.9

El Rebe se enorgullecía también de su gran modestia. Esto puede parecer una contradicción, pero de hecho era de una humildad extrema.

Dijo: “No se ha alcanzado la verdadera humildad hasta no encontrarse en un nivel tan elevado como para poder decir de uno mismo que se es modesto”. Ése era el nivel de Moshé, quien podía escribir respecto de sí mismo (Números 12:2): “Y el hombre, Moshé, era muy humilde, mucho más que cualquier otro hombre...”. También fue ése el nivel del santo rabí Iosef, quien dijo: “No digan que ya no existe más la humildad, pues yo aún estoy vivo”.10

El Rebe también alcanzó ese nivel en el cual podía enorgullecerse de su tremenda humildad. Pues había anulado por completo su ego (#22).